25 de maig 2010

Total Spoiler: The Lost Revelation

No hay más de lo que se ve. El resto son interpretaciones banales.

Sólo están muertos los que realmente mueren. Los otros, simplemente están perdidos con Dios.

Cuando estalla la bomba nuclear (al final de la temporada 108, creo, si me salen los números), empiezan dos universos paralelos, que acaban como acaban.

En la isla, Hurley se convierte en un reemplazo para Jacob, aunque mejorado, que acepta quedarse a custodiar el yacimiento de lucecitas, pero con mayor fondo de armario y sin ser tan tonto como para hacerlo solo. Por eso invita a Ben a acompañarle; en una decisión fraternal no exenta de implicaciones homosexuales.

Jack, por su parte, tras ser herido en el costado por Longino Judas Locke, al que perdona rematándolo como Buñuel a una cabra, decide llevar su juramento hipocrático más allá de los límites del ecologismo y se suicida como un Cristo redentor entrando en la caverna de Platón y saliendo de ella más ciego que Bartimeo. Sin sucumbir a la decepción por resucitar tras tres minutos en vez de los tres días de rigor (mortis), Jack muere de nuevo, acompañado en su pietà sólo por un avión que pasa de él y el perro lazarillo, que en honor a su nombre también debió morir y resucitar en algún momento, en alguna elipsis de la serie cortesía de Cuatro. Al exhalar su último aliento, Jack, haciendo caso omiso de los malos presagios que se ciernen sobre su futura carrera cinematográfica, sonríe al saberse el salvador para la humanidad de una isla que ni siquiera Jacques Costeau o Steve Zissou sabían que existía, y al darse cuenta, al mirarse la camiseta negra agujerada, que su alma va a convertirse en el nuevo humo negro, transformado gracias a su infinita bondad, en el humo blanco del espíritu santo, que no sólo elegirá a los futuros papás del Vaticano (el primero de ellos, el oso polar) sino que también servirá como aire acondicionado para la choza donde Adán Rose y Eva Bernard se consolarán jugando con condones con sabor a manzana del árbol del conocimiento.

Desmond, una vez se recupere de los recientes chutes de electromagnetismo, es probable que abandone la isla de nuevo. No por mucho tiempo. Como la mayoría de los yonquis, aunque intente quitarse, tendrá frecuentes recaídas que le harán regresar, sobre todo tras perder el norte magnético, traumatizado como está por la muerte de Charles Widmore, su suegro y padrino, en una incomprensible reyerta entre jubilados del club de los otros. Hurley, con su gran humanidad, pondrá fáciles los regresos de Desmond a la isla, tras convertirla en un paraíso de puertas abiertas, con las estaciones Dharma haciendo la vez de narcosalas de lujo tropical donde la metadona se reemplazará por partidas de backgammon acompañadas por una dieta de pollo frito servido en packs de 4, 8, 15, 16, 23 o 42 alitas. Con la isla transformada en un duty free de aeropuerto, Desmond irá yendo y viniendo, en una vida de escocés errante llena de alcohólicos anónimos y viajes espaciotemporales sin sentido, y con un único objetivo: evitar a toda costa pasar por Los Ángeles, donde la desagradecida de Penny, liberada de la figura paterna, como una María Magdalena sin Señor, no sólo ha dejado el sudario a medio tejer, sino que se ha liado con un pringado del FBI que sólo ha tenido un mísero flashforward en su vida, y, en una doble vida sentimental acorde a su estatus de hija díscola de multimillonario, mantiene también una relación con el hermano gemelo de Desmond, que le miente con ‘te quieros’ más falsos que los que recibe Paris Hilton de sus novios.

Además de las dos nuevas islas del Pacífico, incorporadas a los Estados Unidos de América como Cluck Islands Inc., Desmond visitará con frecuencia otro archipiélago: las Islas Canarias, donde cada carnaval se reunirá con Claire, Kate, Sawyer, Lapidus, Miles y Richard para degustar cheeseburguers con mojo picón y papas arrugadas con salsa barbacoa. Los fugitivos del Pacífico llegarán al archipiélago atlántico en el avión de Ajira, no por accidente, sino por aterrizaje deliberado de sus pasajeros, que tampoco querrán volver a Los Ángeles ni en pintura, ya que deberían afrontar un terrible jet lag de tres años y, como mínimo en tres casos, la presencia de incómodas almas gemelas. Claire, tan feliz como madre soltera sin hijo, tendría que luchar por la custodia del bebé que fundará el sacerdocio judío con Kate y con otra Claire liada con un bajista inglés adicto a la heroína que sólo ha compuesto un éxito en su vida (un one hit wonder digno del peor de los Oasis) y que, a pesar de haber muerto ahogado años atrás por poner sus sucias manos sobre los Beach Boys, aún tiene tiempo libre para dedicarse a provocar saltos temporales de dimensiones mundiales junto a otro científico que también se beneficia de Peggy. Kate, por su parte, tendría que convencer a un jurado que no mató a su padrastro, sino que la asesina fue la otra Kate, que también secuestró al bebe de Claire, cuyo hermano construyó un túnel bajo el mar Rojo para los hebreos, liada con Jack (Kate2, se entiende, no Claire), el tío de Aaron, que no le hace mucho caso, ni a Kate ni a su sobrino ni a nadie, porque se pasa el día entre la iglesia, donde habla con su padre muerto, y el hospital, donde también se dedica a los milagros, en su caso con paralíticos calvos. Por último, a Sawyer ya le parece bien que su gemelo se quede con su trabajo de detective en Los Angeles, que no sirve para nada, pues se le escapan todos los detenidos para ir a rezar, y también con su relación con Juliet, una rubia que tras su sonrisa bobalicona esconde una personalidad inestable, pues un día le da por liarse a pedradas con una bomba nuclear hasta matarse, el otro por convertirse en la esposa de Jack y madre de un niño que aparece y desaparece, y al tercero por perseguir a extraterrestres que se comen ratones.

El máximo responsable que los Ajira Six recalen en Las Canarias, sin embargo, será Richard, pues al resto tanto le darán las Galápagos o la Isla de Pascua con tal de no volver a Los Ángeles. Richard, nada más aterrizar en su Tenerife natal, declarará la independencia de las Canarias y en dos semanas se autoproclamará caudillo ab aeterno del archipiélago, con el apoyo popular de todos los guanches muertos de las islas, a los que Miles habrá censado para un referéndum de autodeterminación auscultando uno a uno todos los cementerios canarios. Para completar el proceso de descolonización, Richard intentará expulsar a los españoles de las Canarias y enviarlos a trabajar como pescadores forzados en el Sahara Occidental en el marco de un renovado acuerdo UE-Marruecos, para luego repoblar las islas con refugiados saharauis y bereberes mauritanos. Sin embargo, las fuerzas vivas que pagan los impuestos de la región no harán caso al recién llegado Richard, pues alguien que dice ser un canario de 150 años pero conserva ese aspecto tan joven y ese acento tan cubano no les parecerá muy fiable como comandante libertador, sino más bien un nieto bastardo de Fidel Castro buscándose un retiro dorado. Finalmente, a Richard, para que deje de chapurrar español ininteligible, le darán una Comunidad Autónoma como consolación y le recluirán junto a sus compinches del Ajira en el archipiélago Chinijo, donde se darán al amor libre hasta fundar en un par de décadas, a base de endogamia e incesto, una nueva monarquía europea a la que Sawyer dará el apodo de La Graciosa. Por su parte, las autoridades canarias aprovecharan la confusión generada por el intento de conquista anglosajona para deportar a Pedro Guerra a la octava isla, para que contamine con su folklore coñazo a Hugo Chávez.

En Los Ángeles, el resto de perdidos, que nunca se perdieron, tras cruzar el Pacífico con el Oceanic 815 sin ningún incidente reseñable, empezarán a tener visiones místicas provocadas por las 19 horas de ayuno en un vuelo de bajo coste y acabarán por reunirse para adorar un ataúd vacío en una iglesia ecuménica y fundar una religión polimonoteista (o sea, politeista sin sexo). Acusados inicialmente por las iglesias oficiales de herejes, especialmente cuando salten a la primera página de los periódicos los vitrales posmodernos de su templo, donde se mezclan cruces, lunas crecientes, estrellas de david, oms, yin-yangs y ruedas dhármicas, irán ganando poco a poco adeptos hasta fundir todas las sectas en un solo club newage. Como con las otras religiones a las que substituirán, no se entenderá nada pero será divertido, hasta que empiecen las matanzas, hasta que la CIA contrate a Sayid y lo ponga a cargo del exterminio de infieles en Guantánamo.

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4 comentaris:

A la/es 25/5/10 13:49 , Anonymous Jacob ha dit...

Muy bueno.

 
A la/es 25/5/10 21:10 , Anonymous Anònim ha dit...

No haces gracia.

 
A la/es 25/5/10 21:17 , Blogger _dyler ha dit...

Jajaja muy bueno. Yo lo entendí tal que tu...

 
A la/es 25/5/10 21:50 , Anonymous m.p.b.c ha dit...

Brutal, casi me meo encima...ups, yo siempre tan fina ;)

Cuidese usted :)

 

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